Mirabel, ubicado en el extremo noroeste de la Reserva de la Biosfera de Monfragüe, descansa recostado a los pies de la Sierra de los Canchos bajo la atenta mirada de su Castillo y en un entorno natural que forma un mosaico de colores. Sus condiciones geográficas imprimen al municipio un carácter singular, sinónimo de espacio natural, de ganado y aves, pero también de historia y de patrimonio arquitectónico y etnográfico que lo convierten en la Puerta a Monfragüe.
Son unas tierras habitadas desde antiguo, salpicadas de huellas de sus pobladores, que fueron durante un tiempo frontera en pugna entre musulmanes y cristianos. Sobre el año 1.196 Fernando VII de Castilla adscribe Mirabel a la Ciudad de Plasencia y posteriormente los Reyes Católicos conceden en 1488 a los Zúñiga el señorío de la fortaleza y vasallos.
Carlos V en el 1535 crea el Marquesado de Mirabel, otorgando el titulo de villa bajo su dominio y así la definitiva independencia jurídica y política de Plasencia, siendo símbolo de ello el rollo jurisdiccional. El poder del marquesado, de una manera u otra, perduró hasta principios del siglo XX.
El caserío original, orientado al norte, se sitúa sobre una loma que asciende camino de la portilla a los pies del Castillo. Varios Mirabel conviven en la trama urbana: la noble con edificios cuyos escudos nos hablan de la condición señorial de sus promotores como el Palacio, el Antiguo hospital, el Ayuntamiento o la Iglesia, la del antiguo pueblo con sus calles irregulares que atesoran viviendas tradicionales y, por último, el ensanche desde la estación de tren.
Aunque el casco urbano ha sufrido una gran modernización, Mirabel sorprende al viajero con una amplia plaza empedrada donde se ubica un rollo jurisdiccional del siglo XVI desde el que disfrutar de un paseo por sus calles.
Esta villa es para descubrirla, contemplar los bellos ejemplos de su Arquitectura en calles y plazoletas donde multitud de detalles en piedra, madera y hierro muestran la historia de este municipio y de sus gentes.
El entorno de Mirabel es un mosaico de entornos que la hace merecedora de pertenecer a la reserva de la Biosfera de Monfragüe. Onduladas laderas de dehesa al norte mezcladas con tierras de olivos cercan el casco urbano camino del abrupto sur en la Sierra de los Canchos, llamada así por las rocas que brotan de su cresta arropadas por el verde multicolor de la ladera.
Tras la Sierra de los Canchos, pasada la portilla junto al Castillo, se abre un gran valle que ocupa la dehesa boyal y sus suaves lomas, limitada por la Rivera del Castaño al pie de la Sierra de Santa Catalina por donde discurre el arroyo Barbechoso, un exuberante y variado muro verde que nos separa del río Tajo y la penillanura cacereña.
Mirabel cuenta con muchos y variados elementos de interés como la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, el Castillo, el Rollo, el Palacio, el Antiguo Hospital o la Charca. De su entorno destaca la Sierra de los Canchos, la Umbría de Barbechoso, la dehesa boyal y sus dos Árboles Singulares, los alcornoques “Padre Santo” y “Grueso”.
Igualmente interesante para los amantes de los deportes náuticos es el pantano de la Ribera Castaño que con su embarcadero permite la práctica de múltiples actividades.
Merece especial mención una visita al castillo, mirador natural accesible a los visitantes desde el que disfrutar no solo de unas vistas del entorno sino también del avistamiento de las grandes aves que surcan los cielos de Mirabel.